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:?2 EL PAb DE L,\ GXACL.\ billete, ahora salimo,, con la jacuia::oria de que no hay asiento.-¡\"oto a .... -\·enga ,·. conmigo. -¡Cuerno'. \'a silba otra \'e, .. --; Eh'. :.Iíllan,-grito un i·11t1son. ¡ que te: quedas de a pié ' -Co sas de la impr,sa, - comin,!Ó :.lillaE muy quemado . ):ó, pues .-;i n.c quedo, voy áar– mar un jollin que arda la ,::._tacion. --¡ Entre usted ah1'. - dijo por fin el emplea do abriendo la portewela de::un coche de pri– mera clase, a falta de sitio en los ciernas va– ~01H.:s . -¡ D,ite tono :\[illan '. - gritó burlonamente la mi~ma voz dt: antes, aludie ndo al billete de tercera c.¡ucaquel llevaba en b mano. - ; Dios guarde á Vds.! - exclamó Millan más so~1.:gaclo, cchall(.lo ck golpe las alforjas so– bre la alfombra. Dos caballeros ocupaban el compa ..•i11:iento: >1ingunu de ellos conte.,tó a aquel corL.._,., } , l'is– tiano saludo. _\Jillan pensó buenament ,. e :;cria moda en– tre la gen le , ' · primera dar la callada por res– puesta . En seguida scn túsc mode~tamcntc, como ,lquel que teme estorbar, r colocó las alforjas entre los pies, consernindo el garrnte que lle– vaba en la mano. Luégo se pu:;o á mirar á su