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220 E.L P,\b DE LA GRACIA -¡Como era el ultimo dia l ¡En jamas vide más señorío en la iglesia' -¡E:,taba aquel altar mayor que parecia una ascua de oro'. -¡Con aquella \'1rgen del amor hermo so que da La hora, vestida de tisú'. -;Qué de sobrefaldas y de abanicos de en– caje! -Y cuánto reloj ele señora , y cuánto som– bre:ro .\'wicltc, como dice mi señorita. -; Y al fin no ha habido jarana! -¡IIija, hablaclunas'. Esos maso nes no sabe n lo que hacer por asustar á la ge nte. -Lo c11,rl, que el amo mayor no queria que saliéramos de c2sa. -l'ue::; dio, no ha quedado por gana, porque yo he oido decir que estaba en la iglesia ... no lo acertaria,. ¡El sefior Pepe el Bronc,.' -;\o seria él, mujer. Si dicen que está ama– tar con la fglesia )' los curas, como el dial:,lo con la cruz. - Pues ,•day. por ec;oha chocado tanto el verlo. - Enlónccs, ciertos son los toros. Estaria para dar la señal á esos perdularios. -Eso dicen, yo me alegro de no haberle vi,,to, porque sus ojos me:dan miedo. - Con aquella cara de oso parece una figura

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