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EL P \Í'i DE LA GRACIA -¡ Bien lo han ganado! Cristiano, ¡qué peda zo de cruz la que llevaba usted! Ganas me han dado de ponerme de Cireneo. -C alle usted, hombre, que mucho más pesan nuestros pecados. -Bien está que usted lo diga, pero otros te– nemo s má s y no lo lloramos tanto. -;Bah'. Si se ganara el cielo i;olo acarreando peso, el ferrocarril lo ganaria sin tocar pored. - Diga usted mejor. sin tocar purgatorio. -As, cs. Lo malo es que uno tiene el genio vivo y á lo mejor lo echa todo á rod ar. -:\lucho lleva usted adelantado en conocerlo y lamentarlo. ¡Cuantos hay que son malos de rematt.: y que se emperran en serlo! ¡ El Se1íor les abra los ojos l En cambio he visto yo un sefior con g-aban y todo, que venia desde Taíalla cargado con la cruz, y que se ha quitado a: subir las botas lustrcadns. ¡ Que un dcslnpa terrones como yo lo haga, ,.,anto y bueno, per o que lo haRa tocio l lll señor 1 -¡SI que choca! \' anws, si no me hubiera dacio cortedad, k hubiera dicho: C..tbalkro, eche usted esoc; cinco, que usted es hombre de calidá. Y ¡qué jua ,-:ns tenia l 1 :\ún h.: :se ofreccra ocasion de verle y de convidarlc con la bota 1

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