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NAVARRA POR SA:-.TA ~!.~RIA 107 y en memoria de lo que ella habia sufrido cuan– do perdió á Jesus, se dignase poner fin á aquella terrible separacion. El lector sabe por qué manera tan inespera– da y marav illosa ambos se habían encontrado en el Alto de la Cruz. Juan Egu1a, enterado de la presencia de su madre y tranquilizado acerca de su salud, quiso seguir realizando aquella pe– nosa subida con tanta mayor generosidad, cuan– to que en tan raro encuentro veia otra nueva prenda de la celestial proteccion. Cuando acabada la funcion religiosa, que fué solemne y digna de aquel fervoroso pueblo, la madre co rrió á precipitarse en los brazos de su hijo, las lágrimas corrieron por más d<.: un ~em– blante y una frenética salva de aplausos vino á anunciar la parte que los circunstantes tomaban en la vuelta del desterrado y en aqudla tierna escena de familia. Muchos amigos de Juan Eguía que no podían soiiar con tan novele::;co regreso,corrieron igual – mente á estrecharle, y no de los últimos el buen D. Fermin.Juan, que por un sentimiento de filial delicadeza, ocultaba á su madre en aquellos primeros momentos la dura necesidad en q11c se veia de separarse pronto de su lado, se desahogó con Don F<.:nnin, con quien le unian lazos de simpat1a y cordial frato.:rniJad .
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