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EL PAÍ<: DE LA GR.\CIA daderamente maravillosa con que volvia á Euro– pa, y se acusaba en su interior de haber dudado • un momento de tan poderosa Protectora. Y re – cordando que su desembarco Je permitia justa. mente llegar á la peregrinacion de los D·uceros, á que tantas veces habia por devocion asistido, juzgó ser esta casualidad providencial y que complacería á la Sant1s ima Y1rgen honrándola con aquella manifestacion de su gratitud. Una dificultad se oponía á la realizacion de este proyecto. Su protector, al despedirle en la Habana, le habia recomendado no fuese á resi– dir por a!gun tiempo en :\/'avarra, á ménos de ccntar con una prot<.:ccion valiosa cerca de la autoridad militar. Su carácter fogoso, no obs– tante, la zanjó resolviendo realizar una por una la r,eregrinacion, hacer á la vuelta una breve visita á su pueblo para sorprender á su madre y hermana, y marcharse luégo á Madrid, ó en todo caso á Francia, si las ci rcunstancia s im · pu:;ieran la expatriacion. :\. su vez dolia Dolores, recordando dulce– mente en medio de la aíliccion que le ocas iona– ba la expatriacion de su hijo, la devocion de este á la romena ele l.Jjué, había resuelto reem · plazar aquel año a Juan, y pedirá la Rc..:inaele las i\lisericordias con todas las veras de su co– rn :t.ún, que se apiadase de la madre y del hijo,
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