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:-SA\.ARRA POR SAN T A ~!.,\RÍA 1S¡ mente supone que todos estos Cruc,-ros son apáticos y aburridos devotos, escrupulosos como monjas, que hechos unos batuec os, pasan la \·ida como los niños del limbo sin padecer ni gozar. - :fo tanto, pc:ro ... - Pues bien, caballero, desen gáñese \·. y caiga de su burro. Aqu1 esta su correligionari o de V., D. Rufino ()' seiialaba á un viejecillo doblemente verde), que es del pa1s y no me de– jará mentir. Pocos pueblos habrá más natural– mente alegres y felices que este , dado que todo legítimo contento nos viene de la rcligion, y si no, esté V. atento un instante y le presentaré unos cuantos documentos 11i11ic11t,·s. Desde luégo prescindo de autoridade s, y ya sabe V. aquello que dice que ~al que sabe vencerse á s1 mismo, le tiene Dios re s~rvado un maná escondido 4ue ninguno conoce sino el que lo rec ibe ( l ) . " Y es claro que estos honrados CntCl'l'()S lo han :sa– boread o ya. Prefiero que mire V . á la proce,:;i011, que es mi mejor argumento. - Pues soy todo ojos. - La cual le enseiia, que si lo cortés no qui ta á lo valiente, en esta tierra, tampoco lo j ovial quita á lo buen cristian o . ¿ Ve usted aquel cru – cero que viene allá, de talla regular, barta ru· bia , tünica nueva y lustroso calzado? Pues aquel (11 .\poc,tl. u i:.

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