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:S.-\\".-\RRA POR S..\NTA ~l.-\RH 1¡q da Navarra acude a su Santuario la gente rf 111,mtade Dios. -;Y dígalo! .-\sí en animados coloquios, atraYesaban los romeros el feracísimo campo del Fenero, y ca– minaban ansiando llegar al .·\!to de la Cruz, para contemplar desde allá el paso de la celebre pro– cesion de los Cruceros, q11ede madru gada habia salido de Tafalla . En tanto, una tempestad tenia lugar en el co– razon de una triste madre. No habían faltado viajeros que echasen de ver el discreto silencio y la pena contenida que se reflejaba en el páli– do semblante de doña Dolores; pero el respeto a la de!,gracia los contuvo: que en un pa1s don– de la cordialidad es rasgo general de carácter. muy honda debe ser la pena que se oculta. La casualidad hizo, sin embargo, que uno de los jóvenes conociese á aquella señora, y apenas la saludé, cuando ella, que largo tiempo yaba– bia conte1~ido su amargura, dió rienda :,;uelta éÍ las lágrimas, au nqu e esforzándose en vano por reprimirlas y ocultarlas. Angela le hacia en voz baja algunas breve s reflexiones, encaminadas al pa recerá persuadirla que no llamase la atencion. Por evitar, sin duda, dif1ciles explicaciones, el jóven saludado pronunció una sola frase en voz baja, dirigida á los qu e le rodeaban, y tuvo