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EL P.\ÍS DE LA •, R.\ C!A mercio: préciese la .\lemania guerrera de su nebu – iosa filosofla, de la tenacidad y entendimiento de sus sabios, del número y fortaleza de sus ejércitos; alardee Rusia de la magnitud de su colosal impe– rio y huélguense los Estados l·nidos del estupen – do desarrollo de su poblacion, de su agricultura y de su industria: España católica, cuyos reyes más populares prefirieron perder sus dominios á co n– tar en ellos súbditos herejes. se honrará siempre de su ortodoxia y unidad en la santa fe, que nues– tros antepasados merecieron derramando rios de ;;angre en defensa de !a Cruz. IV Supuesto el carácter religioso del pueblo espa– ñol, parécenos no solamente antipatrió tico é inmo– ral, sino bárbaro y feroz, el prurito de arrancarle la fe, y tenemos por ménos culpable al bandido que sale :i robar la bolsa ó la vida, que al impostor que arrebato. el talisman de su felicidad y de su cultu– ra . á este dichoso pueblo facturado por Dios para la vida eterna . \" ciertamente que si el pobre que nace en la mi– ,;ería, condenado á trabajar sin tregua para ganar un pedazo de pan, que á menudo no encuentra, comprenditra el refinamiento de crueldad que hay en apagar de su espl:itu la luz que le ilumina en las tinieblas de su desamparo, y en abandonarle á su suerte desheredado de bienes, abrumado de males, rodeado de aguijones que le provocan y de ~pet:tos que le inflaman. sin otro porvenir tras de una Yida desesperada que el cam ino del infierno;
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