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174 EL PAÍS DE LA GRACIA una para mi hijo, va y sale el número más alto. -¡Feo linternazo que me arreó padre?- aña– dió el mozo lleván dose la mano al brazo. ¡Aún me duele el hombro ! - No te quejes,-objet ó el señor Ramon, que yo he oido que en otros pueblos de Espa– ña, se estila en un caso seme jante, sacudirse de lo lindo en familia, todo de pura alegría , por su– puesto, y darse de sopapos y bofetadas entre padre s é hijos para memoria de tan glor ioso acontec imiento. - Figúrense ustedes, si sub iremos á gusto la cuesta con los pies descalzos,-exclamó la la– bradora. - :'fo hem os sal ido tan bien lib rad os nos– otros,-dijo otra campes ina, pues hicimos un voto por mi padre (que Dios guarde) si sanaba, y la Vírgen no nos oyó. - ¡No convendrial-arguyó cr ist ianament e ,\ngcla. - .'\sí lo creemos, porque él se murió el mismo dia de la Vírgen de Mar zo. - ¡La \'irgen Sa ntí sima se lo llevaria al cie– lo! l\kjo r cstar::í QJUC nosotros .- clijo doña Do– lores . - ¿Y ustedes cumplen el voto?-dijo An– gcla. -¿Pues qué hemos de hacer ? ¿Qué diria la

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