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EL PAÍS DE LA GRACIA moscas á la miel, al palacio de los sefiores de Corcuera; pero su intervencion no hizo otra co– sa que agravar el negro daño. El primer reme– dio que int entaron, traducido de los libros ára– bes, era asaz peregrino, y consistía en alimentar á los pacienks ele piedras preciosas, como jacin– tos y esmeraldas, que . segun sabios conspicuos, contienen virtud alexipharrnaca y cordial, y dan sabiduría á los que las toman, haciéndolos además ricos y felices. El remedio era caro pero inútil. El segundo. más divertido, y atribuido por Galeno á Esculapio, fué provoca r el buen hu – mor en los dolientes, excitarlo;; á reir y dis– traerlos con canciones, músicas y otras jugle– rías y divertimientos. Pero como ni la p iedras preciosas, ni los alegres trovadores lograse n vencer la melancolía, los facultativos recurrie– ron al tercer t·mplasto calú:nte ( as, lo llama el Cronicon ), y este tercer remedio era, en ver– dad, trágico, alevoso y descomunal. Consistia en aporrear al pac iente, co ntrariar sus deseos, provocar su enojo, exc itar su rabia, agob iarle y dese spe rarle hasta hacerle casi re– ventar de cólera, á fin de que expe liese el mal. 1\sí curó de gravísima dolencia el Emperado r Paleó logo, cuya esposa, am igos y criados, si· gu iendo ajeno consejo, en tal guisa dcsconten·
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