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T22 EL PAÍS DC: l.A GRACIA nia qué, me agarré á ese serafin y me lo comía á besos. --; Pero vamos, habría enmienda en el padre! - La mala costumbre \·enció todavía aquella noche, que no era el pobre el que pegaba, sino el enemigo que llevaba dentro . Pero cuando al dia siguient.:: vió que la nii'la se quedaba otra vez sin comer, rompimos los tres á llorar, y él k:vantándose y cogiendo a s~, hija en los bra– zos, dijo estas benditas palabras que jamás ol– vidaré '. ·<;Hija de mi corazon! ¡Perdonadme t ú y tu pobre madre! ¡que ahora es cuando ofrezco yo no arrimarme á una taberna y hacer felicl:!s á es te par de santas que Dios me ha dado para vergiicnza y fortuna mia! ,) Y como lo ofreció lo ha cumplido .

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