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I08 EL PAÍS DE LA GRACIA sueño, me volvía loco ... y las lágrimas llegaro n á rodar por mis patillas ! - ;Bonita facha estarias! -Ella no salia apenas más que á la iglesia, y siempre con su padr", r yo á falta de otro consuelo, ¡Dios me lo habrá perdonado! frecuen– taba tambicn las iglesias, y en verdad que me hacia falta .. \bominando las causas que me ale– jaban de.:ella, tomé tirria al casino, od ié los ca– fés, dejé los clubs y las reuniones; rompí mi pé– ñola pecadora, y con el frenesí de un niño mi– mado que nunca ha encom:rado obstáculos, promet1 triunfar ó morir en la demanda. Ella, cnando lo supo , siempre desabrida, exclamó: "iYª se can,;aráh, Yo me emperré con más co – raje, porque en medio de mis ama rguras sentia un raro secreto placer en perseguir aquella aven– tura, que era mi expiacion y mi salvacio n, pues harto conocía yo, que inconstante, coqueto, y ya casi cxcépt ico por relajacion, era indispensa– ble para 4t1t.: el cielo de mi hogar fuese sin nu – bes, casarme con aquella mujer excepc ional y casi absurda, ó con ninguna. ¡Bra\·o! -Decirte las novenas y trisagios á que yo asistí durante año y medio, las misas que oí, los sermones que escuché, seria punto ménos que imposible. ~Ii vicia era un ejercicio esp iritual

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