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DOBLE CONQUISTA 105 de quien todas las mujeres me pa recian legaño– sas Lías, clavó mi turbulenta é inconstante vo– luntad, en términos, que mudé de vida, dejé de fumar, perdí el apet ito, ca1 malo, y sentí que aquella vez iba sério. - ¡Dip lomática sena! - Todo lo contrario. No habia logrado ha- blarla nunca . -¿ Usabais de telégrafos? - Año y medi o habia pasado, y todav1a no se habia dignado oinn e una sola vez ni recibir una so la carta . -¡ Conducta propia de una gra n reina! -¡ O de una gra n mujer l ¡\ la set1ora, co no- cida de ambos, á quien yo había encomendado dar el pr imer paso en nuestras re laciones (po r– que yo quemé las naves y hablé de matrimo– nio), la declaró qi.:e «huérfana de madre, no pensaba en casarse por cntónces; pe ro que de hacerlo a lgu na vez, su resolucion e ra irrevoca– bk, habia de hacerlo con un buen cr ist iano (como lo era ella y como lo hab ían siclo sus pa– d res), ó con nadi e . Que siendo mis ideas y con– ducta las que se dec ía n, me suplicaba no insis– tie se y la dejase en paz. » - ¡ Qué bien vengaba á las demás hijas de Eva!...

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