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DOBLE CONQ UISTA !OI decia Mr. Gambetta al .--\rzobispo de Argelia, no está destinada á la exportacion . -Eso es lo que se llama ser un boH priH~t?. - Pues pa ra abreviar, llevado un poco de mi curiosidad, me presté tambien á acompañarla a lgu nas veces á la igle~ia, cuand o á confesar )' á comulga r iba. Si he de decirte la verdad, el aburri111iento que al principio pasaba sentado en un· banco, 111ientras ella hacia sus devocio– nes, lo encontraba luégo por demás compensa– do con los tesoros de mansedumbre r de co111- placencia que echaba de ver en ella. t ·n dia, en fin, despues de cuatro afios de lucha r con el holl in que tiznaba mi alma, enternecido, aman– sado, domest icado por aquella singular criatu · ra (¡era víspera ele su santo ! ¡ 1 j de julio!), me entregué á discrccion, y la dije: ¡Cá rmen. lléva – me á tu confesor! -¡Sub lime, ch ico'. -¿ Crees que se sorpre11dió? L,, sabia, me respo ndi ó sencillamente. Y con una sonrisa ce– lest ial, y bajando mas la voz: " ¡ Y lo espe raba , que no había n de ment ir las promesas del div i– no Corazo n, á qu ien he consagrado nuestra familia!>)

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