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6 EL PAÍS DE LA G~AC IA siglos contra el islamismo; alentó á los descubrido– res del ;\'uevo Mundo, inflamó á las invencibles huestes que plantaron la cruz en ..\.frica, presidió en Lepanto la más alta jornada que vieron las eda· des, electrizó á los tercios de Italia, Francia y Flan– des, é inspiró en el presente siglo aquel levanta– miento colosal y unánime de un pueblo sin rey, sin gobierno. sin caudillos, sin fortalezas, contra el extranjero y la revolucion, sirviendo de enseña en el combate, de lazo entre los sold ados, de alegria en !-0striunfos, de general . Vo importa en los reve· ses, de mina fecunda de constancia, entusiasmo y bizarría indomables en la adversa como en la prós· pera fortuna. La fe ¿quien lo duda: maestra de toda verdad, ha guiado siempre á nuestros sabios, iluminado á nuestros legisladores, inspirado á nuestros poetas, divinizado el génio de nuestros artistas. La fe católica es además, en la vida social de 1<:spaíia,antorcha de los entendim ientos, resorte de las voluntades, arsenal de todas las virtudes, válvula de seguridad entre poderosos y necesita· dos, pararrayos contra socialismos y demagogias, sosten de la conyugal fidelidad, base del filial ca– riiio, salvaguardia del femenil recato, garantía del honor, manantial de probidad é inagotable alegria en el pueblo, prenda de rcsignacion en los traba– jos, principal elemento de nuestra regeneracion, y último baluarte de la independenc ia nacional. No nos forjamos ilusiones ni dejamos de con tar con la merma producida en la fe por acontecimien– tos modernos. Pero no se caml;,ia en un día ni en un siglo la fisonomía de un pueblo, ni fácilmente

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