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-30 - giistulo y el tl'iunfo do los p ueblos ger– manos. A la Espaü a de Leon gildo y de Hccaredo, de l Fu er o-Juzgo y de los Con– cilios de Toledo , inYocal>an los re conquis– tadores . No podían satisface rles los Reinos de .\ sturia s, León. Castilla. Ara gó n y , ·a– Jencin, porque es tos Estados, no tenían la ba~oétnica ni la consig uinte hist ór ica per– manente. que los conso lidara . El·an Es ta– dos transito ri os, na cido · al calor de un idcnl que apa recía muy lejos de sus mo– mentán eas fronteras. For mado s en ansia s do la reconstitució n ya trad iciona l, po r el empuje patrióti co que lo llevaba á cont i– nua expansión, y detenidos por el poder agai·eno que so oponía Íl su crecimie nto, tan pron to como este pode r se iba deb ili– tando, los Esta dos cl'ist ianos españoles ensanchaban sus frontera s. Y cuando Ara– gón ~' Castilla se encontra ron sin enemi– gos, se unieron como se unen dos gotas do agua , como se unieron ante riorm ente en ellos los primi tivos pequol'los Es tad os de los })l'imero s siglos de la Reconquista. Porqu e su misma compos ición y su ante– rior constitu ción imp er iosaro~nt@,Jo de– mandaban. Mas no sucedía lo mismo con

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