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-91- ras (me refiero á los tiempos en que se 3pa.. g6 ó eclipsó unest. o esplendor), pero ahora, con el avance de los siglos, han \-enido las grandes vías de comunicación , que han bo– rrado, por decil'lo así, las fronteras de los pueblos, trayéndonos una radical tmllsfor– ffiáción de las costumbres sociales y comer– ciales, á las que Iber indudablemente no po– <Ira con toda Sil presunción oponerse; y aprovechándose do todo esto el maldito libe– ralismo, ha hecho bajar mucho el nh-el de nuestra cultura moral; y se hace necesnl'io, por lo tanto, lIJl3 autoridad enérgica y do temple pal'a garanti r el orden interior y ex– terior de la Patria, y para eso es indi sJ?en- 5.1ble conceder le al Rey mayores atl'ibútos de sobt!l'ünía que la que disfl'Utaba el arlO 11:133; )' esto, clar o es, no lo han de decidir Iber ni los scráficos propaganrlistas de sus absurdos, sino las Juntas de las provincias '·asc....ls y Nayart'il. Por lo demás, se ha dicho y repetido hasta la saciedad, que D. Ca rlos, y con él todos los carlistas, quieren la autono– mía admin istrativa, con la exención de qu in– t.'lS para las mismas y los demás 1'ucros que disfrutar on las demás Regiones de Espai1 a. En Clmnto á los documentos que cita Ibet·, el .Uanifiesto de la minoria CMlisla del 69 y el Acl',\ DE LOltEDt\N , lejos de restl'i ng ir en lo más mfnimo los FueL'os, les dan mayor consistencia.

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