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-21- ti Euzkadi, apenns si podían sernos pel'cep– tibies n.lgunas (t'ases p!'olluncin.das en mal c:lstellano por la casi totalidn.d de In.s fami– ¡¡:lS carlistas. XO sucedía lo propio en las fa– milhlS acomodadas, que en Sil mn.~·ol'ía son liberales; esa!' $( que es cim'to que Imn 01 - v¡Clado ó no habhm el E:uzkcra ':i mandan que aprendan sus hijos la lengua de Cer– vantes. Al carlismo no se le puede tachar sin ma– nifie:::ta injusticia de habm' contr ibuído ni , en lo más m¡nimo ,1 la desapal'ici6n de la lengua 1!:1Izkcr:l, antes par el cOntl'ario, los c.'wlistas defendemos con energía los idio– J!lftS de carla rogi6n; á qllien debe cu lparse es á los Gobiern os liberales:, q ue tifllfl¡ cm– lJtJlo en arrebatar .llas Hcgiones sus respec– th'os idiomas, y ú ese fin hun d ictado dispo– siciones violentas y mandado profesores de l)rimera cnseflall7.a. Ahora [bcr trata de la perdida de IlIIciclHlas !J de dinero, de oditlS!J eJlcmislwlcs, de la ma– nera siguiente: 15D c¿Y nada decís de la muerte de tantos vascos, de ia pérd ida de IHl.ciondas y di– nero, de los odios ,Y enemistades, de co– !'l'upción de costumhre!;', del c!'n;;::l1nien– to de ~lI;;:kos con e::: pafiolcs que la g ue– rra carlista ha ol'iginado?-'I'odos estos males, aunque g randes de suyo, resultan pequeJ10s puestos en parangón con la

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