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-9- )' yendicl'.ln su causa; ~. esto no es falta de talento, sino sobra de buena fe. En cnan to al c(miele/' mora! do D. Car los, l)Orque iC dedicaba á los bailC'!=, nada más oe malo podd. alegar y probar de él; sin embargo, el hombre no es im r(>(';ablc, ni yo creo á l oor exen to do imperfecciones, hast..'\ el punto en que puede concedérselo quo tiro la primera piedra. Con todo, aunque fllera cierto que S1I carácter mor!)1 d<'jarn que desear, no nos debiel'3 pleocupal' mucho si no faltaba t n lo que afano á lo!': principios sac\'osantos de la Iglesia; ll:1da ó mll )' }>()CO debía afectarnos q ue como hombre, que al fi n no e!= un ángel, tuviera algllnns ralta~, si como Rey fl1ol's un buen IcgisladOl', \'crda– del'o prtdro del Pueblo. Respecto de lo que dice do que no hubo ganado una !'=olfl b!llalln, de todo!' e::; ~bido que D, Carlos dil"igió J)CI'sonalmcn te la rle Lücar , del'rotando al encmigo ,r cogiéndole scis piezas de a l'tillerín , mllchos prisioll<.'! o¡:; y q ue tu vo qlH' f'~f'r!l , nl' Ú Ui'1O (le caballo su primo Alfonso Xl !. 144 cBueno ' d ice ll,er: - per o D. Carl os OI'a enLonC<'s un IlI llchacho (en tiempo do g uerra) y c..:no tal nn h:l~' q ue oxtrruiar quo cometioso esas ligerezas.J PIII"S, ¿pOI' q u(' {bu las pro])3la ~r g'f'n tes lIuO ul:ul tan su oclio á D, Ca rlos !~ .. jo un Si.l-

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