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-8- como indignamente le supone, ni hay me. noscabo en los vascos en defenderlo. Lo que tm"ier3 D. Carlos , si lograra algún día yen cer la revolución, es eanto orgullo dl haber 31Tancado á nuestros enemigos las Hbertndes de perdición; y los ,"ascos á Sil vez se can· side rarían mús dichosos de ha ber reivindi– cado las suyas buenas '/ santas, proclamán– dole su libertador . 142 e Y ¿el Pl'ifiCipio fnndament'll del Na– cionalismo '"asco Euzl."a([i para 'os EII.:- 1.'0$':". Los ,"ascos está n bien pel'Slladidos de que en nada se ha de mermsr em 111'i ncipio de :\'acionalidad con el reinado de D. Carlo.!', sino antes por el contrario haIJl'ia de afíall– zarse más y mus con él. 143 En el púrJ"flfo dellllímero que !)I'ccedc, liJe" trata 6. D. Carlos de un modo incivi l y atrozmente descortés: con una sai'm in– oonceb "ble le niegn dotes (le Gobierno, talonto, prude ncia y sagncid:ld ; y !'e"vela lIn corazón ruin, \)ues manifi~ta de~oo­ nocer, que cuando un indi\'iduo no al– berga ma licia, (1 los dem¡'\s los juzga in– e."paccs de obl'ar con infamia respecto de sn lealtad ; .Y esto plccisamen te es lo que ocurrió con D" Cal'log, pOl'qllc no llegó :i CI'(>el' CJll C en los csput'oles !Hldicrn ha " bor dllanos y traidorcs que lo vcndil'l'an

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