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- :i7- mas. En vano el sabio pontífice Sih·estre II v su sucesor procurabnn dis uadir de aqi.1ella creencia. \lotivo fué éste de qu e Jos árabes se aprovecharan ele aquella situación y más si se tie ne en cuenta la fama y el valor del poderoso general . .\1- manzor . Comenzó sus correrías:,: se ap o– deró de León y otras pobbci oncs, lleg ó á San tiag o, quemó cuanto quis o , innldió Castilla y parte de Nn varra y puso en gran apuro á la cristiandad. Ante el pe– ligro co mún se unieron los monarcas cris– tianos y derrotaron al pod er oso Alman– zor en la gran batalla de Catalnñaz or (So ria ) en 100'..?, dejándose morir de ham– bre el jefe árabe. Sin embargo no faltan escr itores que niegue n esta batalla. Parece ser que D. Sancho IV el .1/a– vor rey de Navarra - como sucesor del ·monarca anterior fallecido dos años an– te s- tomó parte en esta gloriosa batalla y que más adelante se distinguió no sólo como guerrero sino co mo político y le– gislador, aunque otros dicen que fué el monarca anterior, D. Sancho contrajo matrimoni o con D.'l Mayor, hija del conde de Castilla y dilató sus conquistas por la Narnrrn francesa, León, Vizcaya y Arngón. Ja– más había sido más extenso e! reino de Navarra. Extendió luego muchas cartas forales concediendo privilegios á muchas pob laciones, ed ificó la ciudad de San Se-

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