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--t~- aqu ella opres ión de los seliores, los po– br e:; encuentran en e l monast e ri o prntcc– c ión \" amparo; las le tras humana s no s ucu111ben a I contacto de la s armas y los tesoros de l:.:t c ie ncia siguen no sólo guar– dándose, sino cu ltiv ándose para que pro – gresen más todada, se hnce n trn cluc– ciones de las obras clásicas de la anti – giiedad gri ega y latina. se da amp[tro y educació n á la niñ ez. se educan lo futu– r os sacerdotes, y los monj es , en fin. no só lo se dedican á la oración y al es tudio, s ino qu e el ti empo r esta nt e lo co nsagran al cultivo de los campos, ú indu strias ag·rícola s y hasta á obras hidrúulicas ya poni endo límit es á los ríos pnrn e \'itar inundacion es , ya plnnt-ando :'irb o lcs para rep -:iblar los montes, ya hac ie ndo puentes más ó menos só lid os , ya ed ifican do erm i– tas y monaster ios donde se han de a g ru– par pu e blos enteros. Llegamos ya á la i1was ión úrahe. Venc idos los cr istianos en la triste– nient e histórica batalla del C uadnl e te , los árabes fueron extendiéndose por tocia la Pení nsu la. Los cristinno s, ate mo ri za– do s unos huí a n dejand o abandonadas sus vivi end as y sus ri quezas; ot r os más ce – loso s , o_cultaban la s sag radas imág enes . y los ob_1e tos de l c ult o para qu e no fue– ran pr o fanados por los inv aso r es, como suc ed ió en varias poblaci ones de esta misma r eg ión, y otros en fin anhelando

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