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-.!~- tuv ieron que: exper imen tar los rigores de aqu ellos pui.:blos feroces. idóla tras unos v arrianos otros . hos tiles á la ci ,·ilizaci ón r oma na, de cos tumbr es bárbaras y de vida er rant e . \' cua ndo los visigodos rei – na n cas i tranquilos en Es pañ a después de arrojará los níndalos y otros pueblos á la otra parte de l Est r ec ho, sea que im– pong a n gravámenes ó tributos injusto s 6 qu e se falte con los na vanos á la justicia y no se n :co nozca su autonomía. ó que hiera n su se ntimiento rel igioso, se suble– van r epetidas veces con armas ya que son desoídos y entonces Leovigildo, Re– ·caredo, Suinti la v otros monarca s fun– dan poblaciones limítrof es para tenerlos á raya y r educirlos á la obediencia. Lo mismo sucede en el r e inado del pacífico \\'amba. En tocias ocasiones clan pruebas de su virilidad y amo r á su independencia. Entre tanto se fundan algunos monas– teri os de Benedictinos, asilos donde se rinc.le culto á la d ivinidad y donde se re– fugian las letra s humanas y las ciencias, y a s í la antigua erudición se conserva, se roturan terrenos incultos, se sanean los terrenos y fructifica la semilla del bien. Los mona s terios de Benedictinos llena – ron una a lta misión en la Historia de la Edad .t\ledia. En medio del revuelto tor– bellino de aquellos tiempos guerreros, de
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