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- ~:!- los v dominarlos. Lo mi, mo se verifica en LÍe:mpode !->U sucesor .\ ugusto. La r e– bdi1í11de estos hace que el mi:a-moempe– rador venga en persona á somekrlos; pero sus esfuerzos son imp oten tes: pre– ferían la muerte á la esc lavitud: ,· cuan – do .\ugusto cogía prisioneros y ios cru– cificaba para escarmiento de los otros, no de:rramaban una lágrima; por el con– trario, morían entonando cantos ,guerre – ros ,. maldiciendo al inva sor. Parece ser que ·.\ugusto no pudo hacerse dueño ab– soluto d<.:l:spaña por la ob:-:tinadn r es is– tencia de los c~íntabro s (nombre ge né ri co de los vascones y vúrdu los ) , y despre – ciando aquella resistencia que mortilica– ba sin embargo su amor propio de con– qui-..tador, tuvo que r eg resará Roma y cc r rc, el templo de .Jnno, d ios ele In. gue– r ra. Se aproxima entonces e l gran aconteci – mi ento que había de camb iar la faz del mundo, la ven ida de l Salvador esperado por las nacion es y vat ic inado por los pro– feta'-. Y en efecto, el añu -10del r einad o de Césa r Augusto, en un rin cón de la Ju– dea , nace Cri sto Jesús, y la divina doct ri – na por El e nse ñada y divulgada por los Ap ós to les dcj,1 sentir su bienhechora in– fluencia en todo d mundo. Sat urnino, discípulo de San Pedro , lle– ga á Pamplona y s iembra la sa nta doc– trin a del Crucificado. P redi ca pública-

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