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birst,1 fines dd siglo VI . S7 defendieron constantemente la pureza de b d isc-ipli– na antigu:1 ; ni esta se \·ioló por sepultar en el t..:rn~ 1 1 l1 :1 un yaron tan santo (1). San Amato se hizo s.:::~·,ulcar en la puerta de la Basílica de la Madre de D il,, ·:2,. A pesar de tan ilustres excmplos, y de tan J reiterados decretos de ambas potestades é'cksi.::.:– tica y ci\ ·il, el abuso d~ enterrarse en la s Igle– sias crecía mas de cada dia ; porgue á b pi~– dad y v.:rnidad , cp1e encendian los deseos de los fi; lcs, se añadió por 1titi n10 la ~n-.1ricia de alg,1- no.; Prelados cp~ concedían por intcres la lic~ncia que solo debi .. rn di 5p2nsar á las p~rson~s de c.1de– tcr y de \·irtu...i. El pr! vilcgio de sepultars e den– tro del templo, que p,)r un cfocto de g ratitud habia. concedido la Iglesia á sus grandes bienhech o:-2~\ quando por otra parte no eran indignos , se hizo vena l, y comun :í todos los ricos por h codicia de sus Ministros. Tal cr~1 el estado de Lis cosa s á fines del siglo VI. gu ando San G rcgorio Magno fue asunto al Pont ificado. De todo lo has tct a..9uí expuesto resulta; que por mucho tiempo despues de h paz Je la Jglesb solo se permitían dentro de las ciudades y de los templos los sep!.llcrns de los Santos, y en sus átrios y pórtico ¡ 1os de los Em pern<lores y O bispos. Despues se extendió este privilegio poco á poco y por grados á los Sacer– dotes dign,>s, él !os legos de eminente virtuJ , y H á (r) Pri mu; pk ne in c;iJ.::m B 1t ili n P.)·1tirr·x poni merui t: 11bi nttl ,nrn m , r t11i 1 n , IV'']llc S,1Cef h t am , neq ue lai– curn sept liri , cntb UelllJu sins:bat autir p1,t. F ,·rra· 1do en su vid a rnp . ¡¡/¡ . (2) En rn, A r;t .:is ,

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