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32 EpocaII. P1Aáctica de los Cht!stf.1 ;.'IJS dJr los sepulcroi mas honrosos que les era posibl'e á los Sumos Pontífices; es pues de adv er tir que los 33 que hubo hasta la p:1Zde Constantin0 , 1n obs– tante de añadir á la suprem1 d igniJad de la Iglesia la de Mártires, fueron sepwlt:1do,;fuerJ. de la ciu– dad . San Anacleto man.ió qu~ lo fues~n todo.:; sus su– cesores ju nto al Apóstol San Pedro en el Vatica– no , que era un collado, entonces fuera de Roma no lexos del Tiber, ~orno en efecto lo fueron él, y otros muchos ; nus bs difi~ultades ocuricntes hi– cieron que a~n despues de est::i: constitucio n se se.. pu !cascn en varios Cem~nterios [\,'farc1~linn, Calixto, Aniceto, Ca yo, Soter, Este-v:rn, Sixw, Fabian, y U rba.no otrvs en los c:irn;)os y her edade s d~ algun Christiano , como Cornelio , y Z efe– rrn o. Lo mismo suceJia en las denus partes del mundo donJe se propagaba la Iglesia, como cons– ta de sus A1nlcs , y de las Actas de los M.írtircs, segun lo notamos hablando de los de España; porqu::: como dcm ~1c.;tra Espondano en su c¿lcbre tratadJ : .. k los Cc:11:ntcrio, sagrados , al tiempo de 1 )lantars:e iahlcs::! er.t ~r-=n~r~d la pdctica de t () ,, . scpulur Jo3muer,os f.tcra <le las ciudad es , ya porque bs lcy-?s Roman1s que lo dispo"ian así eran comunes á casi todas bs 11:1cioncs del mun– do conoc i,LJ , y y:i. P'Jqm:: ci!Js por sus le– yes munic ipJ.lcs y pri,·:1ti \·as la habían adopta~ do como rnas confi.mnc :1 la rnzon, mas ntí I, y aun neccs.uia á b saluJ y conscrvacion de 1os